La llamada bioingeniería es vista por muchos como una solución para ayudar a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Uno de los procesos en que podría intervenir esta disciplina sería el del secuestro de carbono de la atmósfera por la biosfera terrestre, por ejemplo, mejorando las prácticas agrarias y forestales para atrapar así más carbono.
Las plantas y árboles fijan el dióxido de carbono (CO2) por fotosíntesis y almacenan el carbono (cerca de la mitad de la materia seca de la planta es carbono). El hecho de que con un crecimiento rápido la planta absorba más CO2 sostiene la idea de que puede ayudar a mitigar el calentamiento provocado por la creciente concentración de este y otros gases de efecto invernadero en la atmósfera. Sin embargo, esta suposición no es apoyada ni por teoría ni por evidencia.
Según cuenta en un análisis en la revista «Science» Christian Körner, del Instituto de Botánica de la Universidad de Basilea, las esperanzas puestas en el almacenamiento de carbono por parte de la biosfera terrestre «pueden ser exageradas». En este sentido, Körner explica que esta supuesta compensación por parte de los árboles del aumento del CO2 atmosférico solo es cierta si la entrada de carbono excede a la salida de carbono y, además, la diferencia en estos flujos de carbono debe permanecer almacenada durante cientos de años.
Por ejemplo, si los árboles sufren un cambio ambiental estimulante del crecimiento, esto efectivamente podría resultar en una ganancia transitoria en el almacenamiento de carbono, pero iría seguida por una ola de liberación de carbono a medida que los árboles crecen y mueren. Por lo tanto, a menos que la longevidad del árbol se mantenga o amplíe, un crecimiento más rápido no da lugar a un mayor secuestro de carbono.
Esto parece estar ocurriendo en la actualidad en la Amazonia, donde se ha documentado una tendencia decreciente de acumulación de carbono combinada con una mortalidad acelerada (un tiempo de residencia de carbono más corto) desde los años noventa. A largo plazo, la estimulación del crecimiento aumenta la rotación de carbono, pero no el tiempo de residencia de carbono en el árbol y, por tanto, el almacenamiento.
Por tanto, insiste el biólogo, las maneras más efectivas de mejorar el almacenamiento de carbono forestal son evitar la tala de bosques antiguos y extender las áreas forestales actuales. Una vez que estos nuevos bosques alcancen su capacidad de almacenamiento, no secuestrarán carbono adicional, independientemente de la velocidad con que los árboles crezcan y absorban el carbono.
Preguntado sobre esta cuestión, el climatólogo James Hansen, profesor de la Universidad de Columbia, dijo que «es importante mejorar las prácticas agrarias y forestales para atrapar más carbono en la biosfera», aunque «si no reducimos nuestras emisiones no servirá de nada», insistió.
Fuente: www.abc.es